¡Vamos al cine a ver Jo-jo Rabbit le dije a Alvaro!—no, no es muy peligroso, lugar cerrado ¿y si nos contagiamos?…Y así ese 13 de marzo, fin largo, y nosotros nos guardamos porque ya España e Italia la cosa estaba candela.
Hoy pienso que en México nos encerramos antes de tiempo. Quizás nos apuramos, quizás no. Como dice el proverbio chino, mala suerte? Buena suerte? Quién sabe…
Lo cierto, es que para cuando se puso la cosa candela aquí, ya teníamos mucho más de 100 días entre cuatro paredes. Trabajando, jugando, conviviendo, aprendiendo, riendo, llorando y haciendo TODO los cuatro en el mismo espacio.
De las mejores decisiones que tomamos como familia, fue irnos un mes a encerrar a otro lado. Hicimos burbuja con mi primo y su querida familia y gozamos un verano para recordar. Nos fuimos a una casa en un pueblo, como a 1 hora de CDMX, con vista a un lago maravilloso y llena de verde y bichitos.



Los niños jugaron hasta que no les daba más el cuerpo. Los adultos hablamos hasta que se nos cansó la lengua. Hicimos parrillas, jugamos juegos de mesa, cocinamos rico, hacíamos ejercicio viendo al lago… En fin…¡Gozamos!
Quise pedir vacaciones, pero entre una cosa y otra no me daba chance y seguí trabajando. Pero qué diferencia hacerlo con unas hijas felices, jugando sin parar, con los bichitos y sus ruidos y esa bulla de estar rodeados de gente.
Si al mal tiempo hay que ponerle buena cara, también es verdad que un empujoncito no está de más.
Hace un par de semanas volvimos a nuestra casa y vemos sus paredes con ojos diferentes. Llenos de energía y agradecimiento.